martes, 28 de agosto de 2007

CORDOBA EVEREST.


El proyecto Córdoba Everest 2008, ya está preparando la ascensión a la montaña más alta del planeta. Se trata de la expedición que culminará un proyecto que ha llevado durante los últimos años a montañeros cordobeses a las grandes cimas del mundo.
Para llevar a cabo con éxito esta última ascensión, el proyecto contará con la ayuda del mejor montañero español de la historia, Juanito Oiárzabal, que entre sus 21 cimas de más de ocho mil metros cuenta con dos ascensiones al Everest.
La expedición que comenzará el 25 de marzo lo hará por la cara Norte (perteneciente al Tíbet) y algunos de los montañeros lo intentarán sin oxígeno suplementario. "Otra ruta, otra vertiente y otro país, ese es el gran atractivo de esta expedición", declaró ayer a CORDOBA Oiarzábal.
Además, Ricardo Guerrero comentó ayer, en la comida que mantuvo todo el equipo en Bodegas Campos, que habrá "un grupo de unas quince personas que irán con la expedición hasta el campo base, para ver el Everest aunque sea desde abajo". También comentó que él y José Baena partirán el próximo 8 de septiembre hacia la cordillera del Himalaya para intentar la ascensión al Cho-Oyu. Se trata de una montaña de 8.201 metros, que les servirá "para mejorar la preparación física", dijo Guerrero.
Este será el último ochomil que realice el proyecto antes de la ascensión al Everest, que han podido plantear según el montañero cordobés, "gracias al Ayuntamiento de Córdoba, al de Montilla, a Procordoba, al IMD, a Emacsa, y a la Capitalidad Cultural".
Proyecto Cordoba Everest 2008.
Desafio Cordoba 8000.
Diario Cordoba.
WEB de Barrabes.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Andalucía Alpamayo 2007 – El sueño


"La boca del infierno"
Que suene el despertador a la 1 de la madrugada no tiene ningún misterio. Lo extraordinario es cuando suena dentro de una tienda de campaña, donde apenas cabemos tres personas y el pic-pic significa devolvernos a la realidad de los 5.200 metros del Campo 1 del Alpamayo. En esos momentos es cuando necesitas toda la fuerza de voluntad porque sabes a lo que te vas a enfrentar.
Asomas la cabeza levemente por la puerta de la tienda y lo que el día anterior era un atardecer luminoso sobre la pared de hielo brillante de 450 metros del Alpamayo, es ahora una oscura sombra helada hacía la que emergen desde el valle nubes ascendentes que anuncian que las condiciones tampoco van a ser las mejores.
Sólo llegar hasta allí, superando el collado, cargados con las mochilas a tope y en varias cordadas verticales de hielo ya ha supuesto una selección natural y varios grupos quedaron en el Campo Morrena, a 4.600 metros.
Los pensamientos se cruzan pero la decisión es firme, como en tantas ocasiones anteriores y tantas montañas, en un puñado de continentes. Hay que salir, enfrentarse al frío, medir bien las posibilidades a cada paso y subir, subir ligero y rápido.
Admiro y envidio en esos momentos la capacidad de José Baena para dormir tan profundamente, tan pocos horas, y con lo que nos espera fuera, pero lo despierto de sus sonoros ronquidos para ponernos en marcha y dirigirnos hacia lo que en esos momentos nos parece la boca del infierno, la ruta directa francesa a la cumbre, la más larga de sus rutas (Dsup).

La rimaya
Acercarse desde el C1 o Campo Collado supone descender a la parte más baja del glaciar para encarar la pared vertical en toda su dimensión, en línea completamente recta, lo que te suma 700 metros de desnivel. Son las 2,30 horas de la madrugada y todo marcha según lo previsto. Dos cordadas guiadas se nos han adelantado y, cuando las nubes lo permiten, podemos distinguir una hilera de luciérnagas en la cabeza de cada escalador por encima de nosotros. Al llegar a la rimaya comprendemos el compromiso y la exposición que requiere esta ruta. El puente de hielo que superaba el glaciar para “saltar” a la pared ha cedido y el paso tiene que hacerse sobre unos acrobáticos movimientos sobre trozos de hielo suspendidos al abismo de la grieta que se nos abre a nuestros pies, en diagonal hacia la izquierda, hasta colocarnos en la parte superior, que en realidad será el comienzo de la escalada. Los movimientos han de ser tan acrobáticos y expuestos que Kake, que va en la cordada delantera, pierde el frontal (linterna) y tiene que terminar la subida a oscuras. Un frontal de reserva de mi mochila le salvaría la visión de la noche poco después.
Una vez que superamos la rimaya nos colocamos en la primera reunión de la pared. Entonces comprendimos el verdadero peligro de esa noche.

Lluvia de hielo.
La mitad de la pared es de nieve dura, compacta, muy segura para nuestras herramientas. Avanzamos rápidos al ritmo de las cordadas superiores. Pero en una vertical de más de 400 metros todo lo que cae se lo lleva el de abajo. Asumes ese riesgo o te retiras, no hay más opciones, es tu decisión. Nunca he sentido tan necesario el casco en la montaña. Algo así debieron de pensar varias cordadas que se acercaron detrás de nosotros. La primera desistió al acercarse y encontrarse con las condiciones en que estaba la rimaya y la segunda, una vez colocados en la vertical, con la “lluvia” de piedras de hielo de cuatro cordadas por encima sobre sus cabezas, comprendieron que era excesivo y se retiraron.
Los 200 primeros metros nos asegurábamos con estacas que daban mucha seguridad en esta nieve compacta. Pero a partir de la mitad de la pared el hielo duro y quebradizo empezó a hacer mucho más penosa la ascensión. Los piolet y camprones apenas entran varios centímetros, suficiente sí, pero no para hacer fiestas. Sólo los tornillos o los puentes de hielo nos daban algo de confianza y descanso. Amanece y hace mucho frío, empezamos a resentirnos. Se despeja un instante y comprendemos que el mal tiempo se ha instalado en toda la cordillera. La última cordada supone superar 80º de inclinación mantenida y varios pasos de 95º, pero la cumbre está ahí y Kake, con su compañero de cordada nos espera. Hemos ido muy ligeros, no hemos bebido nada en toda la noche, las nubes no nos dejan ver el paisaje pero, un pequeño y aéreo montículo al final de la arista nos confirman que estamos en la cumbre. Un sueño.
Hemos decidido subir sin peso, por eso sólo la bandera de Andalucía y el banderín del Córdoba C.F., se lo prometimos al club: “si vosotros ascendéis nosotros también”. Un trato es un trato.
Son las 10 de la mañana y hemos cumplido el horario previsto. La directa francesa es una primera ascensión cordobesa. Otra.

El contexto
Y sin embargo, no elegimos el Alpamayo para ser los primeros en nada. Sólo lo elegimos para escalar una de las montañas más bellas del planeta. Es la motivación principal que nos mueve y nos alimenta. Sin embargo, sin preponérnoslo, ascendimos el Broad Peak de 8.047 metros (primera ascensión andaluza no repetida), la primera cumbre cordobesa femenina del Aconcagua (Charo Madueño) por su ruta normal y, este mismo año, la segunda ascensión y primera por la ruta de “falsos polacos” (Ángela Jerez). Sin ser nuestra intención Ana Sierra dirigió un equipo de mujeres, primeras cordobesa en pisar el Elbrus, mientras que Charo Madueño asciendo el Mont Blanc. Poco después conseguimos la primera cumbre cordobesa del Ama Dablam, en Nepal, otra joya de la corteza terrestre. Y no se hace esperar el segundo ochomil cordobés, el GII (Pablo Luque), primera ascensión andaluza también, quedando otras primeras menos importantes, Island Peak , secundaria del Braad, directísima al Cayambe….
Creo que a pesar de todos los inconvenientes de estos cuatro años hemos demostrado un trabajo serio y hemos alcanzado un nivel adecuado para considerar el Everest del próximo año una realidad alcanzable. En este contexto, con la experiencia acumulada y con estos resultados elegir un equipo de personas preparadas, decididas, leales y honestas no ha sido difícil.

Hemos dejado una muestra de Fotografias en la seccion correspondiente de esta pagina de Cordoba Everest, o pinchando directamente aqui.